Esclavos
de Jesucristo.
La
palabra cristiano (en griego, Christianoi)
era la que identificaba a los discípulos de Jesucristo y lo asociaban con Él
como su seguidor. De modo similar, los de la familia de César se referirían a
ellos mismos como Kaisarianoi
(aquellos de César) con el
objetivo de mostrar su lealtad profunda al emperador romano. A diferencia de
los Kaisarianoi, los
cristianos, en cambio, no daban su lealtad suprema a Roma o a cualquier otro
poder terrenal sino que toda su dedicación y adoración estaban solamente
reservadas para Jesucristo.
Desde su
aparición en Antioquía, el término cristiano se ha convertido en el
sello predominante de aquellos que siguen a Jesús. Es una designación
apropiada, pues se enfoca justamente en el protagonista principal de nuestra
fe: Jesucristo. A pesar de eso irónicamente, la palabra misma solo aparece tres
veces en el Nuevo Testamento; dos en el libro de los Hechos y una en 1 Pedro
4.16.
No obstante, la Biblia utiliza
una metáfora con más frecuencia que cualquiera de estas. Es la imagen de un esclavo.
La palabra
“esclavo” (doulos), aparece 124
veces en el Nuevo Testamento, lamentablemente ésta palabra ha sido traducida
como “siervo”. Existen grandes diferencias entre un esclavo y un siervo:
I.
Los
siervos se contratan, los esclavos se compran.
II.
Los
siervos reciben paga, los esclavos no.
III.
Los
siervos pueden servir a varios señores, el esclavo solo a uno.
IV.
Los siervo eligen a quién servir, los esclavos
no.
V.
Los
siervos tienen derechos, los esclavos no.
Se calcula
que a principios del primer siglo había alrededor de 12 millones de esclavos en
el imperio Romano., pero a finales del año 100 habrían alrededor de 60
millones, esto se debía, a que los
pueblos conquistados eran convertidos en esclavos. Habían dos clases de
esclavos, los “rústicos”, que vivían apartados en las minas o haciendas,
dirigidos por un capataz, y los “urbanos”, que vivían en las ciudades , trabajando
junto a sus amos, como parte de la casa.
Cuando el apóstol Pablo se refirió a sí mismo
como esclavo de Cristo y como esclavo de Dios, sus lectores sabían exactamente
a qué se refería. En el contexto grecorromano, como las ciudades a las que
Pablo escribió, la libertad personal era preciada, la esclavitud era denigrante y la esclavitud auto impuesta era despreciable y abominable. Sin embargo, para
Pablo, cuya única ambición era ser agradable a Cristo, no podría haber una
designación más adecuada. Su vida giraba en torno al Amo. Nada más importaba,
ni siquiera sus planes personales. Él lo expresa en Ro.1:1, Gál.1:10, Fil.1:1,
Tito1:1.
Otros
escritores del Nuevo Testamento se hicieron eco de la devoción sincera de
Pablo al Señor. Santiago no se jactó de ser medio hermano, en lugar de ello se
llamó a sí mismo Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo (Santiago
1.1). Más tarde en su carta, Santiago instruyó a sus lectores con estas
palabras:¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y
estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos ... En lugar de lo cual
deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquel (4.13,
15). Tal lenguaje traza fuertemente la relación esclavo-amo. Los esclavos no
podían ir y hacer lo que deseaban. Estaban obligados a seguir la voluntad de
su amo. Pedro, Judas y Juan también se designaron todos como esclavos obligados
a hacer el trabajo del Señor. Estos hombres fueron compañeros de nuestro
Salvador y los líderes de la iglesia primitiva (2 Pe.1:1., Judas1:1).
Cuando el
apóstol Pablo habla de sus colaboradores, él los identifica cómo “consiervos”, ésta es la palabra griega
“sundoulos”, qué significa
compañeros en la esclavitud (Col.1:7).
Cuando
examinamos el Nuevo Testamento, rápidamente encontramos que el término esclavo
de Cristo no estaba reservado para
creyentes de bajo nivel o neófitos espirituales. Los apóstoles con entusiasmo
abrazaron el título para ellos mismos y también lo utilizaron para referirse a
otros en el ministerio. No es sorprendente entonces, encontrar las imágenes de
la esclavitud utilizadas con frecuencia por todas sus epístolas en referencia a
la vida cristiana.
La palabra
doulos, o esclavo,
incluso se utiliza en todo el libro de Apocalipsis para describir la eterna
relación de los creyentes con el Señor. Tanto al inicio como al final del
libro, se nos dice que Dios entregó esta
revelación «para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto»
(Apocalipsis 1.1). En Apocalipsis 7.3, a los convertidos que componen los
144,000 se les llama los siervos (esclavos de nuestro Dios).
En Apocalipsis 10.7 se hace referencia a los
profetas de manera similar con la palabra doulos,
así como a los mártires en Apocalipsis 19.2. No obstante, no es sino hasta el
final del libro que, en un sentido colectivo, se describe a todos los
creyentes como los esclavos de Dios. Apocalipsis 22.3-4, un pasaje que describe
las glorias del estado eterno, dice esto: «Y no habrá más maldición; y el trono
de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos (douloi) le servirán, y verán su rostro, y su nombre
estará en sus frente. La realidad gloriosa es esta, como sus esclavos, usted y
yo y cualquier otro creyente de toda la historia humana gozosamente adorará y
exaltará por toda la eternidad a nuestro amo celestial, el Rey de reyes y Señor
de señores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario