En Efesios capítulo 6, del verso 12 en adelante, el Apóstol Pablo, bajo la inspiración del Espíritu Santo, nos enseña ésta gran verdad.
A pesar del abuso que se ha hecho de éste tema y de las exageraciones al respecto, las Sagradas Escrituras nos muestran ésta gran verdad.
A causa de esto, es que las Escrituras nos llaman a fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza. Esta guerra no depende si usted lo cree o no, no es cuestión de que lo sintamos o no, desde el primer momento que aceptamos a Jesús como nuestro Señor, tanto usted como yo, nos hemos involucrado en el más grande de los conflictos que se hayan librado en ésta tierra.
Los creyentes en Jesucristo tenemos un enemigo común, éste enemigo ha venido a matar, robar y destruir, por lo tanto, es nuestra enorme responsabilidad de fortalecernos en Dios. El Señor desea que cada uno de nosotros seamos creyentes fortalecidos, no es Su voluntad que existan creyentes débiles. Las Escrituras nos muestran las armas espirituales para poder ser constantemente revestidos del poder y la autoridad de nuestro Dios.
Entre una de esas armas tenemos la oración. Me viene a la mente la experiencia de David cuando regresó a su campamento en Siclag, la Biblia nos dice que los amalecitas había saqueado, destruido y llevado cautivo a las mujeres e hijos de David y de sus hombres.Tanto David como sus hombres lloraron hasta que les faltaron las fuerzas, para agravar la situación, el pueblo que estaba con David habló de apedrearlo. En medio de ésta situación difícil, la Biblia dice, que David se fortaleció en Jehová su Dios,
Obviamente, la Biblia no dice cómo David se fortaleció en Dios, pero por el contexto general de la Biblia, sabemos que el debió de haberse acercado a Dios a través de la oración, pues por medio de ella, somos fortalecidos en el hombre interior por su Espíritu.
Amado, recuerde ésta gran verdad, su lucha no es contra vecino, ni jefe, ni agente humano, usted pelea contra miles de demonios, que desean arruinar su vida y la de los suyos. Pongamos en práctica el llamado de Dios, fortaleciéndonos en El y en el poder de su fuerza.
Dios lo bendiga.
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