1 Reyes 12: Y
dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David, si
este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén;
porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me
matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá. Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos
becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí
tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de
Egipto. Y puso uno en Bet-el, y el otro
en Dan. Y esto fue causa de pecado;
porque el pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan. Hizo también casas
sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de
los hijos de Leví. Entonces instituyó
Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a
la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así
hizo en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó
también en Bet-el sacerdotes para los
lugares altos que él había fabricado.
Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los
quince días del mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón;
e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso. He
aquí que un varón de Dios por palabra de Jehová vino de Judá a Bet-el; y
estando Jeroboam junto al altar para quemar incienso, aquél clamó contra el altar por palabra de
Jehová y dijo: Altar, altar, así ha dicho Jehová: He aquí que a la casa de David
nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de
los lugares altos que queman sobre ti incienso, y sobre ti quemarán huesos de
hombres. Y aquel mismo día dio una
señal, diciendo: Esta es la señal de que Jehová ha hablado: he aquí que el
altar se quebrará, y la ceniza que sobre él está se derramará. Cuando el rey
Jeroboam oyó la palabra del varón de Dios, que había clamado contra el altar de
Bet-el, extendiendo su mano desde el altar, dijo: ¡Prendedle! Mas la mano que
había extendido contra él, se le secó, y no la pudo enderezar. Y el altar se
rompió, y se derramó la ceniza del altar, conforme a la señal que el varón de
Dios había dado por palabra de Jehová.
Entonces respondiendo el rey, dijo al varón de Dios: Te pido que ruegues
ante la presencia de Jehová tu Dios, y ores por mí, para que mi mano me sea
restaurada. Y el varón de Dios oró a Jehová, y la mano del rey se le restauró,
y quedó como era antes. Y el rey dijo
al varón de Dios: Ven conmigo a casa, y comerás, y yo te daré un presente. Pero
el varón de Dios dijo al rey: Aunque me dieras la mitad de tu casa, no iría
contigo, ni comería pan ni bebería agua en este lugar. Porque así me está
ordenado por palabra de Jehová, diciendo: No comas pan, ni bebas agua, ni regreses
por el camino que fueres. Regresó, pues, por otro camino, y no volvió por el
camino por donde había venido a Bet-el. Moraba entonces en Bet-el un viejo
profeta, al cual vino su hijo y le contó todo lo que el varón de Dios había
hecho aquel día en Bet-el; le contaron también a su padre las palabras que
había hablado al rey. Y su padre les dijo: ¿Por qué camino se fue? Y sus hijos
le mostraron el camino por donde había regresado el varón de Dios que había
venido de Judá. Y él dijo a sus hijos:
Ensilladme el asno. Y ellos le ensillaron el asno, y él lo montó. Y yendo tras
el varón de Dios, le halló sentado debajo de una encina, y le dijo: ¿Eres tú el
varón de Dios que vino de Judá? Él dijo: Yo soy. Entonces le dijo: Ven conmigo a casa, y come
pan. Mas él respondió: No podré volver contigo, ni iré contigo, ni tampoco
comeré pan ni beberé agua contigo en este lugar. Porque por palabra de Dios me
ha sido dicho: No comas pan ni bebas agua allí, ni regreses por el camino por
donde fueres. Y el otro le dijo, mintiéndole: Yo también soy profeta como tú, y
un ángel me ha hablado por palabra de Jehová, diciendo: Tráele contigo a tu
casa, para que coma pan y beba agua. Entonces volvió con él, y comió pan en su
casa, y bebió agua. Y aconteció que estando ellos en la mesa, vino palabra de
Jehová al profeta que le había hecho volver.
Y clamó al varón de Dios que había venido de Judá, diciendo: Así dijo
Jehová: Por cuanto has sido rebelde al mandato de Jehová, y no guardaste el
mandamiento que Jehová tu Dios te había prescrito, sino que volviste, y comiste pan y bebiste
agua en el lugar donde Jehová te había dicho que no comieses pan ni bebieses
agua, no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres. Cuando había comido
pan y bebido, el que le había hecho volver le ensilló el asno. Y yéndose, le
topó un león en el camino, y le mató; y su cuerpo estaba echado en el camino, y
el asno junto a él, y el león también junto al cuerpo.
Antes de
analizar esta historia, debo recordarles que en el año 941 a.C., la nación de Israel se había dividido en dos reinos, el reino de Israel,
con 10 tribus, formaban el reino del norte y 2 tribus al sur, formaban el reino
de Judá con su capital Jerusalén.
Al ver Jeroboam,
el nuevo rey del nuevo reino del norte, que su pueblo estaba yéndose a
Jerusalén, capital del reino del sur, a adorar a Jehová, hace algunas cosas que
son dignas de nuestro análisis:
• Tuvo miedo de perder el reino, pues
dice en su corazón “ahora se volverá el reino a la casa de David”. Él está
preocupado por establecer su propio reino, no el de Dios sino el suyo.
• Corrompe Bet-el, que significa
“casa de Dios”, al poner ahí un becerro de oro. Cuando alguien establece su
propio reino en la casa de Dios, lo que hace es corromperla.
• Pone sacerdotes que no eran de la
tribu de Leví, es decir, pone en el ministerio personas que no tenían el
llamado para el ministerio. Eso ocurre cuando nuestro propósito es establecer
nuestro propio reino.
• Cambia las fiestas de Jehová, eran
en el mes séptimo pero él las cambió al
mes octavo. Ahí no gobernaba Dios, ahí gobernaba el hombre.
A este rey fue
enviado un profeta, de quien no sabemos su nombre, veamos algunas
características de este profeta:
• Era un hombre con autoridad
profética. El clama “altar, altar, oíd Palabra de Jehová”. Los verdaderos
profetas eran hombres con autoridad.
• Tenía claridad profética. El da
nombre y apellido, al decir que a la casa de David nacería un rey, que quemaría
sobre ese altar los huesos de los sacerdotes, que queman sobre el incienso.
Esta profecía fue dada 300 años antes del nacimiento del rey Josías.
• Poder profético. El profeta da una
señal, el altar se rompería, y exactamente así ocurrió. También oró por la
sanidad del rey.
• Finalmente hubo obediencia. El
hasta este momento ha sido de bendición porque ha obedecido fielmente la
Palabra de Jehová.
Hasta aquí la
historia del joven profeta es una bendición, pero siempre que Dios levanta a un
nuevo siervo, algunos siervos viejos les da envidia, veamos a este viejo
profeta:
• Este profeta no era anciano, era
viejo, generalmente este término se refiere a la carne. Este profeta estaba
obsoleto, vetusto.
• Tuvo envidia y vergüenza de que
Dios ya no lo usara a él, sino que usara a otro profeta, de otro lugar y más
joven que él.
• Le mintió para tumbarlo. Así ocurre
generalmente los viejos no desean que Dios levante a otros, pues tienen miedo
de perder sus puestos y su prestigio.
Al concluir deseo decirles lo siguiente:
A nosotros los
hombres nos impresionan la unción, la autoridad, la claridad y el poder de un profeta,
predicador, maestro, pero a Dios lo único que lo impresiona es la obediencia.
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