lunes, 7 de diciembre de 2015

Los enredos del diablo.

Los enredos del diablo.
Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas”(1 Timoteo 1:20). Así que existen cuestiones necias e insensatas que engendran contiendas, y existen profanas pláticas sobre cosas vanas.
Todas estas cosas causan una distracción, aún en la mente de los siervos del Señor, y Satanás astutamente los enreda en este tipo de cuestiones, y sutilmente los va apartando poco a poco de la línea central del propósito divino. Es por eso que debemos siempre atender al depósito inicial que ha sido entregado a la Iglesia de parte de Dios. Esta era la carga no sólo del apóstol Pablo; también el apóstol Juan tenía esta carga.
En su primera carta, en el capítulo 2:24: “Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el
Padre”.
 Nos damos cuenta de que aquí el apóstol está hablando de algo que se ha escuchado en el principio; aquí se refiere  cuando vino el Señor Jesús y depositó su Espíritu y encargó en Sus apóstoles, en Su cuerpo, en la Iglesia.

Desde el comienzo de la Iglesia, se ha recibido un depósito; y eso es lo que el apóstol Juan llama también: “lo que habéis oído”; lo que, es algo específico, es algo definido; lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros.
Note que lo que se ha oído en el principio tiene el efecto de colocarnos en el Hijo y en el Padre; por eso dice: “Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre”. El propósito del mensaje cristiano, depositado en la Iglesia desde sus comienzos, es introducirnos en el Hijo de Dios, y por medio del Hijo de Dios, introducirnos también en el Padre.
En su segunda carta, Juan, en el capítulo 1.9 decía también:
Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo…”; aquí se refiere específicamente a la doctrina de Cristo; dice: “el que se desvía de la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo”.
La doctrina de Cristo es para que tengamos al Hijo, y al tener al Hijo, tengamos también al Padre.
Por lo tanto amados evitemos cuestiones necias y no nos dejemos enredar por las trampas del diablo, sigamos adelante cuidando el depósito y predicando el glorioso evangelio de nuestro amado Salvador.
Dios los bendiga.

Ps. José Piza N.

Cumpliendo el llamado.

Cumpliendo el llamado.

En la primera carta del apóstol Pablo a Timoteo 6:20: “Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada gnosis”. En este verso hay dos palabras claves: una es “guarda”, la otra es “evitando”; la carga del apóstol se remarca en estas dos palabras: guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamado gnosis, o ciencia.
El apóstol está interesado en que los cristianos, especialmente aquellos obreros colaboradores como Timoteo, guarden lo que se ha encomendado.
Es muy fácil distraerse con ocurrencias múltiples, y disímiles, y apartarse de la línea central del propósito divino, de la intención de Dios, del ministerio del Nuevo Testamento. Por eso el apóstol le encarga:
guarda lo que se te ha encomendado”.
Hay algo específico que por Pablo le ha sido encomendado a Timoteo; es el ministerio que se recibió del Señor, del cual no hay que apartarse a diestra ni a siniestra. SI Dios lo ha llamado a enseñar, enseñe, si a predicar, predique, si a pastorear, pastoree, si a cantar, cante,  haga lo que Dios le ha encomendado. Esa era la preocupación del apóstol.
En su segunda carta le vuelve a decir a Timoteo en el capítulo dos, verso dos: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”. En este verso, como en el anterior, se ve lo que dice el apóstol: lo que has oído de mí; es un depósito específico que Pablo recibió en los comienzos de  su vida cristiana; es algo que debe conservarse, es algo en lo que se debe perseverar,  que debe transmitirse; es por eso que en la misma carta, en el capítulo uno, verso catorce, donde dice: “Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros”.
Existe, pues, algo que se llama el buen depósito, algo que se encarga, algo que se ha recibido, algo específico, algo definido; no es una cosa nebulosa, no es algo de lo cual no se sabe bien qué es; no son improvisaciones; Dios se ha revelado, nos ha dado un mensaje definido; es el ministerio del Nuevo Pacto; y eso es lo que Pablo estuvo predicando, y eso es lo que Pablo está encomendando con mucho cuidado a Timoteo.
Todo obrero del Señor y todo siervo de Dios, necesita recibir esta carga que el apóstol Pablo estaba trasladando a Timoteo: el buen depósito de Dios.
 Mi amado hermano, usted ha recibido “el buen depósito”, es el llamado a servirle al Señor, hágalo con pasión no se desvíe a diestra ni a siniestra, manténgase en el propósito de Dios, cumpla su ministerio, hágalo con ánimo pronto, sea ferviente en las cosas del Espíritu, guarde el depósito de Dios en su vida.
Dios le dio la honra de servirle, llegue a la meta, cumpla el ministerio, guarde la fe y pelee la buena batalla.
Dios te bendiga.

Ps. José Piza N.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Quien es un discípulo?

¿Quién es un discípulo?

Hemos visto que un discípulo es aquel que toma su cruz y viene en pos de Jesús, es decir, es alguien que muere a sí mismo, y vive para su maestro.
 El costo del llamado para seguir a Jesús es  alto, lamentablemente en el día de hoy con el afán de qué las personas vengan a Él, los estándares se han rebajado, se presenta un evangelio donde no hay necesidad de arrepentimiento, donde solo es necesario un cambio de opinión y nada más, aunque el estilo de vida de la persona siga siendo el mismo, se presenta un evangelio light, un evangelio sin compromiso.
 En sus discursos, Jesús estableció claramente las siguientes verdades:
1.      Nadie puede ser su discípulo, a menos que éste dispuesto a renunciar a todo, aún a su propia vida (Mr.8:34)
2.      Nadie irá al cielo, a menos que haga la voluntad de Dios (Mt.7:21).
3.      Nadie es su amigo, a menos que lo obedezca (Juan 15.14).
4.      Nadie es su hermano, a menos que haga la voluntad del Padre (Mateo 12:50).
Este costoso llamado era para las multitudes, pero también de manera especial, para sus discípulos.
 Amado, no suavicemos el ofrecimiento para seguir a Jesús. Recuerde que cuando El dijo esto muchos de sus discípulos ya no andaban con El. Jesús no está interesado tanto en la cantidad, sino en la calidad de sus seguidores.
Dios les bendiga.

Ps. José Piza N.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Hacer discípulos.

Hacer discípulos: La gran tarea de la iglesia.

La palabra discípulos (Mathetes) aparece 261 veces en el Nuevo Testamento, mientras que la palabra griega para creyente (pistos) solo se encuentra 9 veces, y la palabra griega para cristianos (christianos) solo aparece en tres ocasiones, por lo tanto, el verdadero término para un hijo de Dios, es el de discípulo.
Los requisitos para ser discípulo.               
El primer requisito lo encontramos en el evangelio de Juan, capítulo 8, verso 32, Jesús dijo:”Si permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
 Según Jesús, los verdaderos discípulos son aquellos que permanecen o viven su Palabra, y en la medida qué aprenden su Palabra son liberados progresivamente.
El segundo requisito lo encontramos en Juan 15:8, Jesús dijo:”En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”. Aquellos que no llevan fruto, no son llamados sus discípulos.
El tercer requisito lo  encontramos en Lucas 14:22:”El que no lleva su propia cruz y viene en pos de Mí, no puede ser mi discípulo”. Es interesante notar que grandes multitudes venían en pos de Jesús, pero El no estaba contento por eso, ni por los milagros que hacía, Jesús estaba buscando a personas que amaran a Dios por sobre todas las cosas, por esta causa es que El pone éste requisito “tomar la cruz”, todo el mundo sabía lo qué eso significaba, esa expresión era una sentencia de muerte, era lo que los romanos le decían a las personas que iban a ser crucificadas, más adelante en ese mismo día, Jesús dijo “Así, pues, que cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”(Lucas 14:33).
Finalmente, ¿qué pasa si un creyente si un creyente no desea ser discípulo?, Jesús rsponde esta pregunta:”Por lo tanto, la sal es buena, pero si la sal pierde su sabor, no sirve para nada”(Lc.14:34-35). Lo que Jesús nos dice aquí se relaciona con lo anterior, un creyente que no se convierte en discípulo no sirve para nada.
Seamos discípulos y hagamos discípulos a todas las naciones es nuestra solemne responsabilidad.
Dios les bendiga.
Ps.José Piza.


martes, 1 de diciembre de 2015

La gran comisión.

Tema: La gran comisión.

Texto: Mateo: 28:19-20.
Introducción.- Para ser exitoso ante los ojos de Dios, es necesario entender la meta que Dios nos ha fijado a cada uno de nosotros sus siervos. Existen metas específicas y generales. Cada creyente tiene una meta específica, puede ser la de pastorear, cantar, orar, evangelizar, pero para cada creyente existe una meta general, esa meta es la de discipular.
Jesús quería que sus discípulos entendieran que su Padre le había otorgado la autoridad suprema, por lo tanto, El merece ser obedecido, es eso lo que nos dice cuándo indica que toda autoridad le ha sido dada en el cielo como en la tierra. La gran comisión qué  El nos encarga está basada en su plena y total autoridad.
El dice “por tanto”, o sea , debido a que he recibido toda autoridad, vayan y hagan discípulos. Esta es su gran visión para todos y cada uno de los ministerios. Nuestra responsabilidad es hacer discípulos.
El espera que vayamos y hagamos discípulos en todas las etnias de la tierra. Si no estamos ganando  almas y haciendo discípulos,  estamos fallando con relación al propósito de Dios para nuestras vidas y ministerios.
 No nos contentemos por cuántas personas llegan a nuestras iglesias, sino por cuántas hemos ganado y discipulado por medio de nuestro ministerio.