Conocí a un niño de nombre Juan, ahora ya es un joven, nadie hubiera imaginado que ese
niño endeble, y frágil, ahora sea un joven con un físico lleno de músculos. El secreto de Juan ha sido el entrenamiento constante. Generalmente, la mayoría de las tardes, lo veo entrar o salir del gimnasio, sin duda alguna, el entrenamiento de Juan ha sido un entrenamiento duro.
Pensando en él, me pregunto que maravilloso fuera si nosotros los cristianos, pusiéramos el mismo empeño y sacrificio en entrenarnos diariamente en la formación de nuestro carácter a la semejanza de Cristo. Se que eso no será fácil, mas fácil es ir a un gimnasio a sacar músculos. El ser formado a la semejanza de Cristo demanda negación y entrega, no un par de horas, sino cada segundo de nuestras vidas.
“No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestidos del nuevo confirme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Col.3:9-10)
Qué el Dios de toda gracia nos ayude a asemejarnos cada mía más a la imagen de su Hijo
No hay comentarios:
Publicar un comentario